Abril de 2012, un mes lleno de tristeza, cuando nos estábamos recuperando de la marcha de nuestro líder mundial, Lex Grandia, también este mes hemos perdido a nuestro gran amigo y compañero, Guillermo Bardají, que fuera Delegado Territorial de Asocide-Aragón. Un hombre excepcional que también pertenece al grupo de poquísimas personas que nunca mueren, porque nos ha dejado un ejemplo y un legado extraordinariamente positivos, su siempre excelente disposición, sus ganas de vivir contagiosas, dejando a un lado los problemas de salud que llevaba con un coraje admirable…tantas cosas que nunca se podrán olvidar. No solo nos animaba a todos, sino que también se encargó de reponer nuestras fuerzas durante las largas sesiones de junta directiva y Asambleas general con las chocolatadas frutas de Aragón ¡vaya si me ayudaban a mantener la concentración…¡
Guillermo Bardají nació en Puebla de Castro un pueblecito de Huesca, en el año 1939.
Cuando empezó a tener problemas de visión y audición, fue atendido en la delegación territorial de la ONCE en Aragón, en la que tuvo toda la ayuda y apoyo de los profesionales. Le conocí cuando realicé una visita a Zaragoza, para estudiar la posibilidad de crear allí una delegación de ASOCIDE, en el año 1999. Me sorprendió gratamente la excelente disposición y actitud de Guillermo, su entera disposición a afrontar el reto de llevar nuestra delegación en Aragón lo primero que vi en él era su elocuencia, su facilidad para los discursos, para llegar a los demás, una persona inefable.
Fue delegado Territorial de ASOCIDE-Aragón desde 1999 hasta 2010 cuando sus problemas de salud le obligaron a dejar el cargo, pero después de haberse resistido mucho a ello. Antes de ello, y también después, siguió colaborando y ayudando en todo lo posible a todos los miembros de la junta directiva y, muy especialmente, a María José, la nueva delegada territorial.
Gracias a él, ASOCIDE-Aragón sigue adelante, él mismo se preocupó de hacer que continuará cuando vio que ya no podía seguir. Espero, sinceramente, sea presidente o no lo sea ya, cuando me llegue el día pueda mirar atrás y ver lo mismo que Guillermo, que ASOCIDE, y, pronto, FASOCIDE, siguen allí y adelante.
Animo, pues, a todos, siempre unidos, como nos decía muchas veces Guillermo.
Y estoy seguro de que, cuando lo haga, mirar atrás y ver que seguimos adelante, allí veré a Guillermo también, sonriente…
¡Hasta siempre, Guillermo¡