¿Quiénes somos?

ASOCIDE, la Asociación de Sordociegos de España, es una entidad sin ánimo de lucro que comenzó su actuación en el año 1993, teniendo como fines buscar, crear y fomentar todo tipo de actuaciones que permitan cubrir las necesidades específicas de las personas sordociegas en todos los ámbitos, para mejorar su calidad de vida, procurando su desarrollo humano, intelectual y social.

ASOCIDE dirige su atención al colectivo de personas sordociegas dentro del ámbito Estatal, tanto a personas sordociegas socias de ASOCIDE como a otras personas sordociegas que no están afiliadas a la Asociación y que son detectadas gracias a la colaboración de la ONCE.

Cuando hablamos de nuestra Asociación, hay personas que piensan que es una Asociación dirigida por un grupo de videntes o de oyentes. Les cuesta trabajo creerlo cuando se les explica que no es así, que se trata de una Asociación gestionada por las propias personas sordociegas.

En cierto modo es natural, ya que pocos grupos de discapacitados podrían tener tantos obstáculos para poder llevar a cabo la autogestión de su asociación. ¿Cómo es posible si no ven ni oyen? Es obvio que con la ayuda de los que ven y oyen. Pero la historia ha demostrado que la única forma y la más eficaz de que la sociedad conozca nuestra existencia, nuestras necesidades y nuestro potencial ha sido siempre cuando han sido las propias personas sordociegas, en sus propios países, las que fundaron su propia organización.

Este movimiento asociativo nunca ha sido fácil, debido a la naturaleza compleja de nuestra discapacidad que, hasta hace muy poco, no nos permitía el acceso a los medios de comunicación, y, por otro lado, el hecho de ser un colectivo relativamente pequeño, disperso por todo el país, no facilitaba precisamente esta necesidad. De ese modo, el único medio de contacto era, en el pasado, la correspondencia en Braille: uno empezaba a escribir una carta y se la mandaba a otro compañero, éste, a su vez, añadía su opinión y remitía las dos cartas al siguiente, y así sucesivamente. Una especie de «chat», cuya velocidad haría sonreír hoy día a cualquier usuario de Internet. Afortunadamente, también nosotros podemos usar las ventajas que supone la tecnología actual, tanto para la comunicación a distancia, como para acceder a la información.

NO OBSTANTE ESTA LENTITUD DE LOS PRINCIPIOS, las personas sordociegas siguieron contactando unos con otros por esta vía, con paciencia y con tesón y empezaron a fundar sus propias organizaciones; la primera de ellas fue creada por cinco personas sordociegas en Londres (Inglaterra), en 1928.

En nuestro país, cuando empezaron a crearse en la ONCE los primeros programas de atención a personas sordociegas, en 1987, ya existía un embrión: un pequeño grupo de personas sordociegas adultas, antiguos compañeros del colegio de Chamartín de la ONCE en Madrid, que se reunía periódicamente en un lugar fijado siempre el mismo día de la semana y a la misma hora, así no había necesidad de tener que llamarse unos a otros. Además, mantenían correspondencia con personas sordociegas de otras provincias, y a veces se invitaban a pasar las vacaciones en sus casas.

Pero hacían falta recursos para crear una Asociación de esta índole, y dos fueron los puntos decisivos que permitieron la posterior creación de la Asociación española:

La formación de los primeros guías-intérpretes y con este primer recurso, que se fue extendiendo poco a poco a varias comunidades, se pudieron llevar a cabo las primeras actividades, entre las que destacan el I Encuentro Nacional de Personas Sordociegas (1987), sin intérpretes aún, y la I Convivencia Nacional, esta vez ya con la colaboración de los guías-intérpretes (1988).

Poco a poco, primero a la defensiva, e incluso varios de ellos acompañados por sus familiares, y después, con creciente interés, los participantes empezaron a descubrir que no eran casos únicos, que había personas que vivían con sus mismos problemas, y, a la larga, descubrieron su propia identidad: al fin se sintieron identificados dentro de un colectivo social.

Ahora debemos seguir evolucionando, asumiendo papeles activos dentro de nuestra Asociación, aspiramos a conseguir delegaciones en todas las Comunidades Autónomas. Una Asociación propia, unida, es la única posibilidad de conseguir nuestros derechos, nuestras reivindicaciones.

Hoy día, existen una treintena de Asociaciones de Sordociegos en todo el mundo, aparte de grupos que se forman, la mayoría de las veces, dentro de las organizaciones de ciegos del país, siendo muy notable el crecimiento en los últimos veinte años, que se ha visto favorecido por las inmensas posibilidades que ofrece la tecnología actual y sus constantes avances.

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